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Sandra Dodd
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Primera parte. El camino hacia el unschooling.
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Soy Sandra Dodd.
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Hoy voy a hablar sobre "unschooling" (aprendizaje autónomo).
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Tengo una web: www.sandradodd.com/unschooling
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Si la abres, verás la sección de unschooling.
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Mis hijos han sido unschoolers desde hace mucho tiempo,
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y he conocido a muchas otras familias unschoolers.
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Así que no todas las experiencias son de mis hijos.
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El unschooling está muy vinculado al aula abierta,
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de los reformadores educativos de los 70.
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Decían que no era bueno
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que los niños aprendieran sólamente
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un programa y en una sala cerrada
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porque lo que aprenden está fuera.
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Puedes ver un árbol de verdad en vez de mirar un árbol en un libro.
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En los 70, sobre todo en la Universidad de Nuevo Mexico, donde yo estudié,
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a algunos se les ocurrió la idea del aula abierta,
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y tenían un libro de texto sobre el aula abierta.
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Era curioso:
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Pagaba dinero para sentarme en una silla
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y aprender cómo realmente no debíamos estar sentadas en sillas.
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Pero eso es inevitable.
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Cuando empecé a dar clases,
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en mi pueblo natal, donde me crié,
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Española (allí daba clases de inglés),
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cargada con todas estas ideas nuevas
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sobre unschooling... perdón, no unschooling,
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sino la clase abierta,
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y métodos alternativos,
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resulta que no funciona
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a no ser que todos los implicados quieran hacerlo.
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Y el motivo por el que sí funcionaban en escuelas experimentales
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era que estas escuelas están vinculadas a las universidades
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y los profesores, alumnos, padres de alumnos
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tienen interés en que estén en la escuela experimental
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Allí los profesores son de la Facultad de Educación, o alumnos de máster.
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Pero en la escuela pública,
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donde algunos padres no soportan la escuela,
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los niños no quieren estar ahí,
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ni siquiera los profesores quieren...
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...nada de eso funciona.
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La creatividad, el entusiasmo y la alegría...
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... se marchitan.
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Así que hice lo que pude,
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hice cosas alternativas,
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pero entre que los niños no querían hacerlo,
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y la frustración que empecé a sentir...
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al ver que no iba a funcionar,
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me cortó las alas.
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Pero cuando era mayor y tuve mis hijos
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pensé: esto es perfectamente factible.
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Estaba en la Liga de la Leche y
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tenía cuatro amigas que educaban en casa.
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A unos no los conocía bien.
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Otros eran militares y hacían escuela en casa.
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Compraron un currículum, se sentaban a la mesa,
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hacían la clase.
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Y las otras dos familias eran unschoolers.
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Nos ayudábamos para cuidar a los niños.
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Así que pude ver los niños en varios contextos:
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en la calle, en su casa, en mi casa,
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en mi casa con sus padres y en mi casa sin sus padres.
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Y de todas las familias,
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los niños que más querían a sus padres,
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los más divertidos, listos, curiosos,
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eran los unschoolers.
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Yo no pensaba que fuera importante para mí.
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No buscaba algo para mis hijos.
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Pero cuando Kirby tenía 4 años (ahora tiene 22),
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descubrí que no era mucho de grupos todavía.
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Y pensé: bueno, tal cual es la ley en Nuevo México,
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puedo esperar un año.
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Y lo que aprendí en la universidad ayudó.
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Lo que había aprendido observando mi vida, ayudó.
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Había formado parte de la Sociedad para Anacronismos Creativos
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durante mucho tiempo.
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Había sido presidenta unos años
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y nos habían demandado por no ser educativos,
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y salí con buenos argumentos a favor.
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Como que los boy scouts no hacen cruzar la calle
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a las mujeres si ellas no quieren.
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No vamos por las casas hablando sobre la Edad Media.
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Ofrecemos oportunidades a la gente para venir y hacerlo si quieren,
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y les ayudamos.
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Es como una cooperativa de estudios medievales
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y aprendí muchas cosas allí.
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Así que cuando tuve hijos
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estaba preparada.
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Al conocer a estas familias unschoolers y homeschoolers (podía comparar),
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cuando decidí que probaríamos uno o dos años de educar en casa,
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no tuve dudas.
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No tenía interés en hacer escuela en casa.
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Si ese método funcionaba, funcionaría en la escuela con profesionales.
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Y no funcionan.
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Así que lo que hicimos fue jugar.
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Seguimos haciendo lo que habíamos estado haciendo
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cuando Kirby era más pequeño:
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mucha música, y cantar canciones sobre historia
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o el alfabeto, o lo que fuera.
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Al principio, controlábamos un poco lo aprendido.
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Y cuando no sabía su dirección,
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inventábamos una canción con nuestra dirección.
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Yo siempre sabía lo que él sabía
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y lo que podía necesitar saber.
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Y si pensaba que no había hecho nada en las últimas semanas
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que pudiera considerarse "Historia", por si acaso...
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(solía pensar que alguien vendría a hacer una inspección.
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La gente tiene miedo de que le vengan a la puerta
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y le digan "Demuestra lo que estás haciendo").
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Así que controlaba un poco lo que hacíamos.
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Y si parecía que últimamente no habíamos hecho Historia,
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íbamos a un museo o visitábamos a alguien
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que viviera en una casa antigua, o lo que fuera
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que me pareciera Historia.
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Sólo por si alguien venía a casa,
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para poder decir "hemos hecho esto y aquello".
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Y con el tiempo
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nuestra vida se convirtió en un rico entramado de todo eso.
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Todo estaba conectado.
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Y dejé de prestar atención.
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Cuando Marty ya tenía edad para ir al cole,
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pensábamos que iría.
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Ahora tiene 20 años, pero a los 4 y 5
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pensábamos que querría ir a la escuela
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porque le gusta el deporte
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y le gusta estar con otros niños.
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Pero cuando llegó el momento dijimos:
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"¿quieres ir al cole o quedarte en casa?"
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Y él dijo: "Me quiero quedar con vosotros".
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Para entonces no controlaba nada.
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Ni siquiera pensaba en lo que Marty estaba aprendiendo.
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No estaba preocupada.
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No me preocupaba nada.
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Y cuando nació Holly, no estaba preocupada.
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Lo que hice siempre fue estar en contacto con otros unschoolers.
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Y la primera forma que cualquiera tenía para hacerlo
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era conocer la revista de John Holt "Growing without schooling" (Crecer sin escuela),
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que empezó siendo un boletín con las direcciones de la gente.
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La revista llegó incluso a incluir en 1990 aprox.
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una lista de direcciones de familias
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dispuestas a hospedar a otras familias.
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La gente escribía.
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No eran artículos ni entrevistas,
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sino más bien cartas de la gente
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diciendo esto es lo que hacemos,
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hemos descubierto esto, tengo este problema,
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puede alguien ayudarme.
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Así que era un intercambio de cartas
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a través de una publicación bimensual, o quincenal...
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...salía cada dos meses.
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Y era algo muy ingenioso entonces.
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Era lo mejor que podían hacer.
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Cuando Kirby llevaba unos dos años de unschooling
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surgieron opciones en Internet.
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Al principio era sólo un grupo de usuarios,
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como la dirección de correo puesta en chiquitito
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en un tablón de anuncios.
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Pero así es cómo la gente empezó a conocerlo,
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y en eso he estado yo básicamente desde que entré en Prodigy,
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donde había un apartado con mensajes con unas 80 familias
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y aprox. dos tercios eran cristianas-conservadoras,
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y sólo unas pocas eran unschoolers.
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A medida que creció Internet,
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y opciones similares a los grupos de Yahoo...
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(al principio no había nada de eso.
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Si querías enviar algo a todos tenías que acumular 50 direcciones de correo
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y enviabas 50.
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Y luego enviabas lo mismo a 50 personas más.
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Yo solía escribir un boletín de noticias y así era cómo lo hacíamos).
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... A medida que Internet evolucionó,
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también aprendí más sobre unschooling de otras familias que lo hacían,
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y ellos aprendían de lo que nosotros hacíamos,
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y poníamos en común todo lo que sabíamos.
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Y de ahí surgió una fuente de información enorme,
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y si ahora alguien quiere aprender sobre unschooling, pueden ir a Internet
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y leer en 15 minutos más de lo que yo podía leer de dónde fuera cuando empecé.
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Estaba muy bien.
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Cuando vi que la gente quería saber cómo hacerlo,
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muchos de nosotros escribíamos mucho entonces
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e intentamos sacar unas bases de lo que teníamos que decir a la gente.
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Ninguno de nosotros quería crear un programa.
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No queríamos enseñar a no usar un programa comprando un programa.
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Eso no hubiera tenido sentido.
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Eso dirige a la gente en la dirección equivocada hasta que los recuperas.
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Así que queríamos hablarles desde donde estaban.
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Por eso decíamos que lo importante era que los padres cambiaran.
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Los padres tienen que aprender a ver el aprendizaje en las cosas.
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Y eso es difícil.
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La escuela anula esa capacidad de la gente.
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La escuela te dice que necesitas profesores y libros,
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alguien que te diga lo que necesitas saber.
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Entonces tienes que demostrar que lo sabes haciendo un examen.
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Creo que cualquiera que ha ido a la escuela y ha hecho exámenes
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recuerda pocos datos.
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Y los datos cambian, igualmente.
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Los científicos ven esto u otro de otra forma.
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Las fronteras cambian, y Tanganica y la Unión Soviética ya no son motivo de preocupación.
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No es que nos preocupáramos por Tanganica, pero aprendimos a deletrearlo.
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Nunca separé lo que sabía y lo que estaba haciendo
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de lo que mis hijos estaban haciendo, y eso ayudó.
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Para mí todo estaba conectado.
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Toda mi vida había sido aprender y educación.
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Eso fue lo que siempre quise hacer desde que tenía sei años: ser profesora.
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El plan B era ser misionera o periodista.
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Cada día hago esas tres cosas en cierta manera.
