Cuando estuve en Marruecos, en Casablanca, no hace mucho tiempo, conocí una joven madre soltera llamada Faiza. Faiza me mostró fotos de su hijo y me contó la historia de su concepción, embarazo y parto. Fue una historia notable, pero Faiza guardó lo mejor para el final. "Soy virgen, ¿sabes?", me dijo. "Tengo dos certificados médicos para demostrarlo". Es el Oriente Medio moderno, donde a dos milenios del arribo de Cristo, los nacimientos virginales son todavía una realidad. La historia de Faiza es solo una de cientos que he oído viajando por la región árabe hablando con la gente sobre sexo. Puede que parezca un trabajo soñado, o por otro lado, una ocupación altamente dudosa, pero para mí, es, definitivamente, algo más. Soy mitad egipcia y soy musulmán. Pero crecí en Canadá, lejos de mis raíces árabes. Como todos los que trotamos entre Oriente y Occidente con los años, me he visto compelida a tratar de entender mejor mis orígenes. Lo de que haya elegido el sexo, se debe a mi experiencia con el VIH/SIDA, como escritora, investigadora y activista. El sexo está en el centro de una epidemia que emerge en el mundo árabe, que es una de dos regiones en el mundo donde el VIH/SIDA sigue en aumento. La sexualidad es un lente increíblemente poderoso con el cual estudiar cualquier sociedad, porque lo que sucede en nuestra vida íntima se refleja necesariamente en escenarios más grandes: en la política y la economía, en la religión y la tradición, en el género y las generaciones. Lo que he encontrado, es que si se quiere realmente conocer un pueblo, hay que comenzar por mirar dentro de sus habitaciones. Sin duda, el mundo árabe es vasto y variado. Pero atravesándolo, hay tres líneas rojas, temas que se supone que no desafían ni de palabra ni de acción. La primera de ellas es la política. Pero la primavera árabe ha cambiado todo eso con levantamientos que han brotado por toda la región desde el 2011. Hoy, mientras los que ostentan el poder, viejos y nuevos, continúan aferrándose a las viejas maneras, hay millones que tiran y encogen por lo que esperan sea una vida mejor. Esa segunda línea roja es la religión. Y la religión y la política están conectadas, con el surgimiento de grupos como la Hermandad Musulmana. Y al menos algunas personas, están comenzando a hacer preguntas sobre el papel del islam en la vida pública y privada. En cuanto a esa tercera línea roja, ya saben, ese tema fuera de los límites, ¿qué creen que pueda ser? Audiencia: sexo. Shereen El Feki: Más fuerte, no puedo oírlos. Audiencia: sexo. SEF: Una vez más, por favor, no sean tímidos. Audiencia: sexo. SEF: Absolutamente, correcto, sexo. (Risas) En toda la región árabe, el matrimonio es el único contexto aceptado para el sexo... aprobado por los padres, sancionado por la religión y registrado por el estado. El matrimonio es tu boleto a la adultez. Si no te casas,no puedes dejar la casa de tus padres y se supone que no tengas sexo, y definitivamente, se supone que no tengas hijos. Es una ciudadela social; es una fortaleza inexpugnable que resiste a cualquier agresión, a cualquier alternativa. Y alrededor de la fortaleza está este vasto campo de tabú contra el sexo prematrimonial, contra los condones, contra el aborto, contra la homosexualidad, contra lo que ustedes quieran. Faiza era la prueba viva de ello. Su declaración de virginidad no era solo un deseo. Aunque las principales religiones de la región exhaltan la castidad prematrimonial, en un patriarcado, los chicos son chicos. Los hombres tienen sexo antes del matrimonio y la gente se hace la de la vista gorda. No pasa igual con las mujeres, que se espera que lleguen vírgenes a su noche de bodas, es decir, que se presenten con su himen intacto. No es un asunto que preocupe solo al individuo, es cuestión del honor de la familia y en particular, del honor de los hombres. Y las mujeres y sus familiares irán bien lejos para preservar este pedacito de anatomía... desde la mutilación genital femenina, a las pruebas de virginidad y a la reparación quirúrgica del himen. Faiza eligió una ruta diferente: sexo no vaginal. Solo que quedó embarazada de todos modos. Pero Faiza en realidad no sabía esto, porque en las escuelas hay tan poca educación sexual y tan poca comunicación en la familia. Cuando su condición se hizo difícil de ocultar, la madre de Faiza la ayudó a huir de su padre y hermanos. Y es que los asesinatos por honor son una amenaza real para un sinnúmero de mujeres en la región árabe. Cuando Faiza finalmente, llegó a un hospital en Casablanca, el hombre que se ofreció a ayudarla, intentó, más bien, violarla. Lamentablemente, Faiza no es la única. En Egipto, donde centro mi investigación, he visto muchos problemas dentro y fuera de la ciudadela. Hay legiones de jóvenes que no pueden pagarse un matrimonio, porque el matrimonio se ha convertido en una proposición muy cara. Se espera que soporten la carga de los costos de la vida matrimonial, pero no pueden encontrar empleo. Este es uno de los principales detonantes de los recientes levantamientos, y una de las razones para casarse a edades mayores en gran parte de la región árabe. Hay mujeres profesionistas que quieren casarse, pero no pueden encontrar marido, porque desafían las expectativas del género o como una joven doctora me lo dijo en Túnez: "Las mujeres se están volviendo cada vez más abiertas. Pero el hombre, todavía está en la etapa prehistórica". Y luego hay hombres y mujeres que cruzan la línea heterosexual, que tienen relaciones sexuales con su propio sexo o que tienen una identidad de género diferente. Ellos son el blanco de leyes que castigan sus actividades, e incluso su apariencia. Y luchan a diario con el estigma social, con el desespero familiar, y con el fuego y el azufre religioso. Y no es que en la cama matrimonial todo sea color de rosa. Las parejas buscan una mayor felicidad, mayor felicidad sexual en su vida de casados, pero no saben cómo lograrlo, especialmente las esposas, que temen ser vistas como malas mujeres si muestran alguna chispa en el dormitorio. Y luego están aquellas cuyos matrimonios no son más que pantalla para la prostitución. Han sido vendidas por sus familias, a menudo a turistas árabes pudientes. Es solo una cara del comercio sexual en auge en toda la región árabe. Ahora, levanten la mano si esto les suena familiar, si se da en su parte del mundo. Sí. Entonces, no es que el mundo árabe tenga el monopolio de las taras sexuales. Y aunque todavía no tenemos un informe Kinsey árabe que diga exactamente qué está sucediendo en los dormitorios del mundo árabe, está claro que algo no anda bien. Dobles valores para hombres y mujeres, el sexo como fuente de vergüenza, el control familiar que limita las opciones individuales y un abismo enorme entre apariencia y realidad: lo que la gente está haciendo y lo que están dispuestos a admitir, y una reticencia general a ir más allá de los susurros privados, a una discusión seria y pública sostenida. Como un médico en el Cairo lo resumió para mí, "Aquí, el sexo es lo contrario del deporte. Del fútbol, todo el mundo habla, pero casi nadie lo juega. Del sexo, todos lo hacen, pero nadie quiere hablar de ello". (Risas) (Música) (En árabe) SEF: Quiero darles un consejo, que de seguirlo, les hará felices toda la vida. Cuando tu marido llegue a ti, cuando tome una parte de tu cuerpo, suspira profundamente y míralo con lujuria. Cuando te penetre con su pene, trata de hablar con coquetería y muévete en armonía con él. ¡Picante la cosa! Pareciera que estos útiles consejos provienen de "El Placer del Sexo" o de YouPorn. Pero no. Vienen de un libro árabe del siglo X llamado "La enciclopedia del placer" que cubre el sexo desde la zoofilia hasta los afrodisíacos, y todo lo demás. La enciclopedia es una de la larga lista que hay en la érotica árabe, en gran parte escrita por eruditos religiosos. Volviendo al Profeta Mahoma, existe una rica itradición en el Islam de charla franca sobre el sexo: no solo sobre sus problemas, sino también sobre sus placeres, y no solo entre hombres, sino también entre mujeres. Mil años atrás, solíamos tener diccionarios completos de sexo en árabe. Palabras para cubrir todo rasgo sexual concebible, las posiciones y preferencias, un cuerpo de lenguaje tan rico como para cubrir el cuerpo de la mujer que ven en esta página. Hoy en día, en la región árabe, esta historia es desconocida. Incluso por personas educadas, que hablan de sexo con mayor comodidad en una lengua extranjera que en su propia lengua. El panorama sexual de hoy se parece al de Europa y Estados Unidos justo antes de la revolución sexual. Mientras Occidente se ha abierto al sexo, las sociedades árabes parecen haber estado moviéndose en dirección opuesta. En Egipto y muchos paises vecinos, este cerrarse es parte de un cerrarse en ámbitos más amplios, en lo político, lo social y lo cultural. Y es el producto de un complejo proceso histórico, uno que ha ganado terreno con el auge del conservatismo islámico desde finales de los setenta. "Solo digan no" es lo que aconsejan los conservadores de todo el mundo ante cualquier desafío al statu quo sexual. En la región árabe, estos intentos son tachados de conspiración occidental para socavar los valores árabes e islámicos tradicionales. Pero lo que realmente está en juego aquí es una de sus herramientas de control más poderosas: sexo envuelto en religión. Pero la historia nos muestra que hasta hace poco, en la época de nuestros padres y abuelos, ha habido momentos de mayor pragmatismo, tolerancia y disposición a considerar otras interpretaciones: ya sea sobre el aborto, la masturbación o incluso el tema incendiario de la homosexualidad. No es blanco y negro, como los conservadores quieren hacernos creer. En estos, como en tantos otros asuntos, el islam nos ofrece por lo menos 50 tonos de gris. (Risas) Durante mis viajes, he conocido a hombres y mujeres por toda la región árabe que han estado explorando ese espectro, sexólogos que están tratando de ayudar a las parejas a encontrar una mayor felicidad en sus matrimonios, innovadores que se las están ingeniando para llevar educación sexual a las escuelas, pequeños grupos de hombres y mujeres, lesbianas, gays, transgéneros, transexuales, que están tratando de llegar a sus semejantes con iniciativas virtuales y apoyo real. Mujeres y hombres, que, cada vez, están empezando a hablar más y a luchar contra la violencia sexual en las calles y en el hogar. Grupos que ayudan a los trabajadores sexuales a protegerse contra el VIH y otros riesgos laborales, y organizaciones no gubernamentales que ayudan a madres solteras como Faiza a encontrar un lugar en la sociedad y de manera crítica, a quedarse con sus hijos. Son esfuerzos pequeños que, a menudo, no tienen fondos, y enfrentan una oposición formidable. Pero soy optimista y creo que en el largo plazo, los tiempos cambiarán y ellos y sus ideas ganarán terreno. El cambio social en la región árabe no se da vía la confrontación drástica, los golpes o desnudándose los pechos, sino más bien mediante la negociación. De lo que estamos hablando aquí no es de una revolución sexual, sino de una evolución sexual, de aprender de otras partes del mundo, de adaptación a las condiciones locales, de forjar nuestro propio camino, y no de seguir uno trazado por otros. Ese camino, espero, nos llevará un día al derecho a controlar nuestro propio cuerpo, y a acceder a la información y servicios que necesitemos, a llevar una vida sexual satisfactoria y segura. El derecho a expresar nuestras ideas libremente, a casarse con quien elegimos, a elegir a nuestros propios compañeros, a ser sexualmente activos o no, a decidir si tener hijos y cuándo, todo esto sin fuerza, violencia o discriminación. Hoy, estamos muy lejos de esto en todo el mundo árabe, y hay tanto que necesita cambiar: derecho, educación, medios de comunicación, economía... la lista sigue y sigue y es trabajo de una generación, por lo menos. Pero comienza con un viaje que yo ya he hecho, cuestionar duramente las creencias heredadas sobre la vida sexual. Un viaje que ha servido para fortalecer mi fe, y aprecio por las historias y culturas locales mostrándome posibilidades donde alguna vez solo vi absolutos. Con el caos que reina en muchos países de la región árabe, hablar de sexo, desafiar los tabúes, buscar alternativas, puede parecer un lujo. Pero en este momento crítico de la historia, si no aseguramos libertad y justicia, dignidad e igualdad, privacidad y autonomía en nuestra vida personal, en nuestra vida sexual, será muy difícil lograrlo en la vida pública. La política y lo sexual son compañeros íntimos y eso es cierto para todos nosotros. No importa donde vivamos y amemos. Gracias. (Aplausos)